«Me dijeron que dijiste»
por Corrás
La primera vez que me llamaron mal amigo fue en el colegio, en la adolescencia era habitual acusarse de cualquier cosa, real o imaginaria, lo que provocaba cuestionarse la amistad.
La primera ocasión en que escuché «me dijeron que dijiste» -frase lapidaria que demuestra mala fe por el que la pronuncia (no estoy libre de culpa), y una cansina credulidad en el que la escucha y la antepone a cualquier otra consideración-, me dolió ver lo poco que pesaban en ese momento 15 años de cercana amistad.
Siendo ya un experto en perder amigos, adulto y trabajando con uno de la infancia experimenté algo nuevo: Te dan pasaporte y de forma consensuada toda una pandilla te da la espalda. Descubres que en la edad adulta «me dijeron que dijiste», suele adoptar formas corales y una ley no escrita obliga a tomar partido, sin perjuicio de que la parte ofendida lo exija.
La última -por lo de ahora-, va un poco más lejos, ya no se trata de una diferente interpretación de las palabras, mentirijillas o mentiras elaboradas, entramos en la descalificación pura y dura, diagnósticos anónimos por internet y mucha cobardía.
El nexo común en todos los casos es una amig@/novi@ abriéndole los ojos a un pobre pardillo que ha pasado décadas con amistades a las que desconoce, seguido de la lógica indignación del damnificado por todo el tiempo perdido con quienes son un fraude.
Me quedo con que dice mucho de las personas. A menudo resulta complicado saber el grado de confianza que te inspiran tus amigos y darle crédito instantáneo a comentarios y actitudes que parten de recién llegad@s aclara las cosas.
Como diría el filósofo …unos que vienen y otros que se van. La vida sigue igual.
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