Violencia y alcohol

por Corrás

BeerLeyendo sobre la relación entre la violencia  y el CI, descubro teorías que apuntan a la escasez intelectual como uno de los factores comunes a las personalidades violentas, lo cual en si mismo no tiene nada de sorprendente, de hecho encaja en el estereotipo de palurdo violento.

Estaríamos hablando de una población situada por encima de borderline y por debajo de la media, con recursos suficientes para desenvolverse con autonomía, pero no tantos como para ver alternativas a la violencia en medio de disputas.

Lo que me ha llamado la atención es la pérdida aproximada de 25 puntos de CI bajo la influencia del alcohol, si un valor entre 80 y 90 es relevante en las tendencias violentas, explica las diferentes reacciones ante intoxicaciones etílicas.

Según este criterio las personas en la media bajarían por debajo de 80 con la bebida y daría lugar a «la borrachera tonta», los que la superan entran en «zona roja», con posibles estallidos violentos, de los que sólo estarían a salvo los individuos por encima de 120, que verían su intelecto reducido a la media.

Me parece que todos tenemos en mente compañeros de fiesta que podemos encajar en estos grupos y que, sobre todo en el caso de personas que consideramos brillantes, resulta difícil entender algunas reacciones a altas horas de la madrugada.

Dado que el desarrollo intelectual tiene un fuerte componente ambiental, explica de paso porqué en las sociedades poco desarrolladas (educativamente) el porcentaje de violencia gratuita es más alto, en las que están en proceso de desarrollo (como la española) el consumo de alcohol es una práctica de alto riesgo (cruce de violentos naturales con borrachos) y en las más desarrolladas la violencia casi está relacionada en exclusiva con el consumo de alcohol.

Por lo menos puede ser un baremo efectivo para juzgar mejor a las personas con las que nos relacionamos, y decidir con quién es seguro quedar en un bar.