Mitos I (Seguridad laboral)
por Corrás
Hay leyendas que a fuerza de repetirse, acaban calando con fuerza, por ridículas y desnortadas que puedan ser. Empezaré la serie por un clásico: El trabajador y su afán por matarse.
Al parecer si obreros y operarios pierden o dañan partes de su cuerpo, incluso el pellejo completo es por una conjunción de ignorancia, resistencia al aprendizaje en materias de seguridad laboral y tozuded malsana.
los empresarios y sus empresas ponen esfuerzos y material a disposición de sus trabajadores para minimizar los accidentes y estos se empeñan sistemáticamente en rechazar el equipamiento de seguridad en aras de una mayor libertad de movimientos y una mayor comodidad en el desempeño de sus funciones.
No hace falta ser un tarado para creer semejante gilipollez, a fin de cuentas estos mitos (seguridad laboral, cobrar paro y trabajar, discriminacion positiva, ayudas sociales, integración, libertades, etc…) se refuerzan sistemáticamente en cualquier foro donde se genere una tertulia entre un político, un ama de casa, una maricona, un facha, un rojeras y la madre que los parió.
La única realidad objetiva es que cualquier legislación sólo es valorable y discutible después de su aplicación y en España sistemáticamente las leyes entran en vigor pero no se aplican, no hay nadie encargado de llevar a cabo esa labor.
Existe una legislación en materia de seguridad laboral, pero no inspectores, inspecciones, ni sanciones a las empresas acordes a los incumplimientos. Así, en los pocos casos en los que las empresas cumplen a rajatabla con su parte proporcionando toda la equipación necesaria, les procupa poco que tres o cuatro (base del mito) no utilicen ese material de seguridad.
Un estado fascista sabe emplear la mano dura sancionando, recortando sueldos y libertades a la clase trabajadora por eso las multas son lineales y siempre se perjudica más a las rentas más bajas, pero se hace la vista gorda con las rentas altas, con los empresarios y su ganado.
Obviamente si un empresario no consiente que sus trabajadores tomen riesgos innecesarios, da igual lo que opine el trabajador. El peso en esta balanza está de su lado.
Comentarios
A mi me tocó hará unos 15 años vivir mi primera (única hasta hoy) inspección de trabajo, fué en Mallorca cuando trabajaba de peón en la instalación de conductos de aire acondicionado. Para el oficial con el que trabajaba era la segunda en treinta años de vida laboral (estoy en la media) y vino precedida de una llamada a la promotora para dar tiempo a repartir cascos por la obra; dejando de lado lo artificial de la situación, lo que más recuerdo es a la inspectora recorriendo (con su bonita permanente) toda la obra sin casco, pasando por alto las infracciones evidentes de la promotora en seguridad laboral y contrataciones, para acabar multando a un grupito de autónomos a los que no avisaron ¡¡Por no llevar casco!!
Como cambian las cosas según la perspectiva. Comentais la falta de inspecciones, reales y ficticias, como uno de los hechos principales de la realidad laboral en España en general y en Galicia en particular. Es obvio que las leyes, por muy elaboradas que estén, no tienen ninguna influencia si quien se encarga de verificar su aplicación, hace que no ve, porque simplemente no quiere ver.
Digo lo de la perspectiva, porque la inspección en el ámbito en el que yo me muevo, enseñanza en el sector público, hace exactamente lo mismo; es más, las veces que deciden «hacer algo», lo hacen muchas en contra del trabajador, con apariciones estelares para «pasar revista a sus muchachos», prometer alguna cosilla, negar otras cuantas, y tras saludar amablemente (o no), salir corriendo al aparecer algún problema. Raro es el caso de inspectores que realmente quieran solucionar algo enfrentándose a sus jefes, es mucho más fácil dar caña a sus ovejitas. Beeeeeeeee!!
Debes estar identificado para poder opinar.