Pensar
por Corrás
Es habitual escuchar debates acerca de si hay que pensar o actuar, de si es bueno o malo pensar, de la felicidad de los tontos (supuestamente porque no pensamos) y un sinfin más de disparates alrededor de los binomios pensativo-irreflexivo, inteligente-tonto, coherente-incoherente, moral-inmoral, etc…
Supuestamente estas correlaciones deberían ser reales en cuanto a su dualidad y la interrelación entre ellas, pero sólo es una confusión entre los términos y sus atributos.
De la misma forma que decimos amor cuando queremos decir sexo, confundimos pensar, ser reflexivo; con poseer moral, ética, principios y coherencia.
En la vida real, difícilmente sobreviviríamos sin pensar, lo hacemos todos a todas horas, pero cuando vemos a alguien haciendo algo incorrecto, inmoral, en contra de su propio discurso, tendemos a pensar que no lo ha pensado, usamos nuestra capacidad de raciocinio para realizar una pirueta y excusar esos actos.
Al parecer estamos programados para descartar la posibilidad de que la gente que nos rodea sea intrínsecamente mala, egoista o falsa; no queremos pensar que piensan en perjudicarnos gratuitamente y decidimos pensar que no se lo han pensado.
En situaciones de duda tenemos la Navaja de Ockham: «Si tu mejor amigo te apuñala por la espalda, desconfía de su amistad».
Dicho esto, está claro que un político, un sindicalista o un ista cualquiera podrían actuar de una manera más correcta, pero no más pensada, hace falta darle muchas vueltas a las cosas para robar y prevaricar impunemente durante años, consentir que tus amigos lo hagan y luego pasarle la factura a otros sin que te partan la cara.
Si fuésemos capaces de separar la inteligencia (confundida con la cantidad de conocimientos), la capacidad para pensar (confundida con la palabreria sobre cuestiones de difícil comprensión), la coherencia (creencia de que los actos están relacionados con las ideologías que decimos subscribir) y los fines (supuestamente por defecto nobles, morales)., sería más dificil que un atajo de tontos pensantes ilustrados nos tomaran el pelo un día si y otro también porque estamos convencidos de compartir colores, ideología y creencias, descartando que nos hagan daño premeditadamente.
A fin de cuentas, estar permanentemente preparado para la traición y el desengaño sólo tiene consecuencias positivas: Si hay motivos no te pilla por sorpresa y en los raros casos que no los hay resulta una grata ídem.
Comentarios
Samurai Sam tú siempre das en el clavo, pero cometes un error muy común: darle sentido a tus experiencias vitales no significa ser negativo, sería peor ignorarlas.
De niño es divertido taparse los ojos y pretender que no te ven, de adolescente resulta encantador confiar en los desconocidos, pero cuando uno va talludito tener fe en el hombre significa que todavía vives con tus padres o has tenido problemas de desarrollo.
Recuerda que te lo digo desde el cariño…
P.D. Puede ser que haya una tercera opción que se me escapa.
P.D.2 Reconoce por lo menos que hablar a la vez de la fe en el hombre y «Sálvame» indica cierta pérdida de contacto con la realidad.
Joé me recordais a aquella pareja de personajes de dibujos animados Leoncio y Tristón; uno siempre veía el vaso lleno y el otro el vaso vacío.
Opino que ni una cosa ni la otra, porque ambas te llevan a una percepción muy falsa de la realidad, y por lo tanto a una predisposición que no es acorde con dicha realidad. Digo más: aunque la realidad sea muy puta a veces, la única forma de cambiarla es imponerse a ella, dar ejemplo, y no caer permanentemente en sus redes.
Una posición de permanente negativismo nos puede ajar el carácter y hacernos infelices, lo mismo que un permanente positivismo nos puede llevar a un mundo-matrix, que puede no resultar tan ideal como podemos pensar. Así que al-lío, como dicen los andaluces.
jajajajajaj grandes Leoncio y Tristón, como los D. Óptimo y D. Pésimo de los cómics….
Personajes llevados al extremo en sus planteamientos, y sin embargo inseparables, como los dos lados de una misma moneda. Quizá conscientes de su necesidad mutua, porque uno no podría existir sin el otro.
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