Rosa Díez
por Corrás
Últimamente la moda (y Rosa Díez se jacta de seguirla), consiste en culpabilizar de nuestros abusos a las propias personas de las que abusamos, en publicidad tenemos a Vodafone con su slogan «somos como somos porque tú eres como eres», en política los que gobiernan dicen que no pueden hacer más porque no les votamos lo suficiente, la oposición que tiene las manos atadas hasta que les situemos en lo más alto (obviando que no aportan nada diferente donde ya gobiernan), en el trabajo que no agradecemos lo suficiente trabajar por el base salarial «con la que está cayendo», los bancos acusan a sus clientes de su mala gestión, etc…
Cuando es persona a persona resulta más violenta la forma en la que se transmite «te trato como una mierda porque eres menos que eso», desde la perspectiva publicitaria la misma frase versionada por Vodafone es más resultona y no agrede de forma tan directa.
Por mi parte entiendo perfectamente a Rosa Díez y su «sentido peyorativo de gallego«, sobrellevo mi condición de gallego desde hace 43 años y he convivido con las secuelas de la peor opresión de la dictadura: donde en otras comunidades surgió un germen de unión aquí se dividió y venció para terminar con una serie de surrealistas mandatos del antiguo Ministro de Información y Turismo.
Son décadas de que te meen por encima y decir que llueve, que el pensar en reclamar lo que te corresponde te haga sentir como un traidor, que te repitan una y otra vez que no has dado las gracias lo suficiente, que el mejor lomo de esta matanza para el señor maestro…
Para los gallegos la frase de Rosa Díez no es un problema, todos conocemos el sentido peyorativo de gallego, para el resto tampoco y si conocen algún Argentino les puede ilustrar con infinidad de chistes de gallegos, el único crimen es no haber buscado una frase bonita para decir lo mismo.
Ahora bién, la mujer que sólo ha conocido la vida de funcionaria, que no entiende exactamente el concepto «estrechez económica», que se ha dado el lujo de tontear políticamente con quién más le conviene, fundando un partidito muy apañado para trincar con unos amigos y amigas, que en cualquier momento estará meando por encima de los gallegos (da el perfil), no debería esconderse de tenerle manía a los gallegos (merecida), de tenérsela jurada a pepiño (gallego patológico), parecerle Zapatero un inútil y Rajoy un cansino (ambas ciertas).
Porque al final queda la sensación de que se arrepiente de no ser más falsa (publicista), es rencorosa con quién evitó su presidencia del Partido Socialista, envidia el puesto de ministro de alguién corto de entendederas y ¡¡gallego!! y acaba recurriendo a eso tan moderno y feo de echarle la culpa a los demás: la frase «gallego en el sentido más peyorativo del término» fué sacada de contexto.
Merece la pena que des ejemplo a esos dos hijos tuyos, y digas bien alto (acuérdate de llevar pan): los gallegos son tontos. Verás que comeremos en tus manos.
Comentarios
Lo peor que se puede hacer en estos casos es darle más vueltas al hecho en si. Esta persona no se disculpa ni se arrepiente de lo dicho, optando así por echar balones fuera y jugar con aquello de «que hablen de ti, aunque sea mal», que es lo que el político busca en todo momento.
Decide además apelar a una curiosa carencia de sentido del humor y un supuesto complejo de inferioridad del que se dé por ofendido, planteando así la idea de que quien dice lo que dice no es responsable de nada y solo tiene culpa el que se molesta; algo así como si cualquiera dispara sobre otra persona, y hace responsable a la víctima por tener la osadía de morirse.
En fin, lo dicho, mejor no darle más vueltas. Solo espero que entre todos paguemos sus frases como mejor podemos y más le puede molestar: dejando sin respaldo en el voto a una opción política cuya cabeza «pensante» declara abiertamente su discurso xenófobo. Si ya se le veía venir…