Muero por dentro
por Corrás
Muero por dentro nos transmite la preocupación del protagonista por la pérdida gradual de una habilidad singular, tan singular que le hace ser (o verse), diferente a todos (o casi todos) los demás.
Dejando aparte lo poco habitual de la habilidad del protagonista, es realmente fácil identificarse con su situación: Ha poseído algo propio, sin sentirse realmente complacido por ello, durante mucho tiempo; hasta que es consciente de que se acaba y pone en valor todo lo positivo que le aportaba como persona y seña de identidad.
lo que Robert Silverberg plasma impecablemente es la dureza de la pérdida de aquello que nos significa como individuos. Pasamos muchos años sintiéndonos, viéndonos como individuos interesantes, los mejores del mundo con nuestra habilidad especial, por trivial que ésta sea; hasta que nos damos cuenta que ya no nos sentimos, no nos vemos de la misma forma, ya no podemos hablar con orgullo de nosotros mismos, preferimos hablar de ese yo del pasado que fué, sintió, vivió y era el mejor con su pintoresca habilidad que de repente nos parece menos trivial.
Ese morir por dentro que cada vez nos uniformiza más con los que nos rodean, que nos deja algo parecido a una vida monótona, sin sorpresas, llena de rutinas y sucesos triviales es realmente la muerte como individuo. Nos absorbe el papel de compañeros, esposos, padres y las obligaciones del día a día.
La única forma de resucitar ese muerto pasa por averigüar que retos asequibles y deseables podemos plantearnos, capaces de atraer por completo nuestra atención sobre el presente, volver a hablar con orgullo de lo que somos capaces de hacer y tener curiosidad por lo que nos espera en el futuro.
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