Corrás y amigos

Los amigos vienen con una deuda debajo del brazo. Uno de los mejores me anima a colaborar en un no sé qué para qué.

Confieso, pertenezco a ese grupo de gente que no sirve para casi nada. Un osado que se ha movido siempre en un mundo muy por encima de sus capacidades. Alguien que no puede evitar haberse convertido en un desesperanzado descreído. Un cínico iluso que sólo puede contar con una buena salud inmerecida y gratuita que le permite adaptarse al estresante y cambiante medio ambiente en el que se desenvuelve.

Me gustan los tópicos, los refranes y las caricaturas… Estoy hecho de ellas. Y vosotros, cabezas de chorlitos, también.

Esa superflua afición me ha llevado alguna vez a hacer encuestas, algunas con cierta seriedad y desapasionamiento. Empecé una encuesta sobre Pelúdez, ese repulsivo personaje que manipulaba Trapero Pardo y que aún hoy colea. ¿Sabía el señor «Trapacero» que los lucenses no leían sus «peludezadas»? La encuesta me produjo un sentimiento de sorpresa. Eran los lucenses de aquella época un pueblo de sabios. Los lucenses de hoy, que siguen sin leer al Pelúdez heredado, ¿no han perdido esa sabiduría?…

Es, fue, una conclusión peligrosa. Hoy gracias a los «media» mi capacidad de hacer encuestas se ha ampliado mucho. Así que la conclusión de esa encuesta acepta, hoy, un nuevo factor… Los lucenses no son sabios por no leer a Pelúdez, simplemente no leen nada. Por lo tanto dudo mucho, insignificantes navegantes del absurdo océano eléctrico, que halláis llegado hasta AQUÍ.

Así que, dado vuestro estado de total ofuscamiento, estulticia y aborregamiento, aprovecho para dejaros unas cuantas caricaturas escogidas al azar: Los árboles no os dejarán ver el fin del mundo… Mantened la batería de las cámaras a plena carga y las ventanas abiertas.

Un saludo desde las Islas Caimán