Titanic
por Corrás
Coincide la celebración del centenario del desastre del Titanic, con una marea de documentales que explican porqué ocurrió y las medidas que se adoptaron para que no se repitiese un acontecimiento similar.
La investigación llevada a cabo por técnicos de la marina, aseguradoras y organismos gubernamentales dio lugar a legislación sobre materiales, medidas de seguridad, normativa de rescate, equipamiento de los tripulantes, etc.
Existe consenso al valorar positivamente la función de personal técnico en el análisis de desastres y la propuesta de medidas correctoras. Tanto en transporte marítimo como en aviación, redes ferroviarias, metro, etc. es imprescindible su labor.
El hechizo se rompe al aplicar el análisis de los técnicos (como tecnócratas) a desastres económicos originados por abusos fruto de vacíos legales. Ya el cambio de nombre (tecnócrata) indica que la capacidad de análisis va unida a la parcialidad política y la exigencia de obviar esos vacíos..
Si pones al cuñado del lobo a vigilar el rebaño es previsible que desaparezcan algunas ovejas. Si admitimos sacrificar a unas pocas, corremos el riesgo de que el lobo se anime hasta convertir el sacrificio en carnicería.
La situación de «crisis» (si te las comes todas, se nos ve el plumero) que vivimos, ejemplifica la relación entre tecnócratas (el primo del cuñado), cuñados y lobos y como sería la reacción política al hundimiento del Titanic:
- Prejubilar al capitán con una indemnización de tres millones de euros (Trabajo).
- Señalizar las zonas con riesgo de iceberg y multar los excesos de velocidad (DGT).
- Canon a las navieras para la recuperación de los icebergs siniestrados (Medio ambiente).
- Recargo en el IRPF para los damnificados en transportes de pasajeros (Seguridad Social).
- Línea de crédito a las navieras para reparaciones (ICO).
- Multa por no respetar la paridad en el puente de mando (Igualdad).
- Etc…
Con su trabajo los tecnócratas garantizan la mejor explotación comercial de futuros desastres, existiendo la posibilidad de promocionar a cargos públicos.
A diferencia del técnico, el tecnócrata vela por la ocultación de las responsabilidades de sus pares y su dispersión entre los ciudadanos, la defensa del capital y sus lacayos políticos se antepone al análisis objetivo, y requiere creatividad para generar un discurso con el que las ovejas acepten el sacrificio como inevitable.
Sólo nos queda contratar un seguro antes de subir al barco o consolarnos con la sensación de calor previa a la muerte por hipotermia.
Comentarios
En lo que debería ser un político de verdad, o de lo que se supone que es un político de verdad, debería ir incluído el suponer la valía, algo parecido al antiguo dicho del soldado y el valor. Sin embargo, el político al uso, debido en gran parte al funcionamiento interno de los partidos, no es más que el más inútil y falto de preparación de los militantes, y de entre estos «superdotados», es el mejor relacionado y por tanto de mayor recorrido, el que realmente alcanza la posición de cabeza de lista del partido, y por ello candidato máximo a gobernarnos a todos.
Así pues, nos plantamos en la coyuntura de que la gran mayoría de los políticos actuales están donde están por motivos diametralmente opuestos a los que debieran. Como consecuencia de todo ello, obran exactamente al revés de como la gente desearía (se puede discutir si a día de hoy esto es cierto o no; si por desgracia nos convertimos ya en el gran club del masoquista).
Y siguiento el hilo, llegamos al híbrido político-empresario, es decir, el susodicho tecnócrata, que efectivamente tiene piel de político (del bueno o del malo, da igual), pero por dentro es un empresario, y no precisamente de los «tibios»; el que llega alto, saca enseguida su raza. Es por ello que no debemos esperar nada diferente a lo inherente a su biología: empresario ultraneoliberal y esclavo y defensor del Sistema.
Como el político de verdad, el que debería servirnos como defensa contra el Gran Capital, ya no existe (supongo que nunca ocurrió tal, es decir, es una quimera), pues toca sacar conclusiones, y rediseñar nuestros planteamientos de cara al presente y el futuro, porque los actuales tiempos de neofascismo no dan ya mucha tregua.
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